Hay períodos en tu vida que transcurren bien oscuros por circunstancias externas e internas. Este es el caso concreto de una época personal y artística que pasé: fue una ‘oscura noche’ de cosas que ocurrieron y que de alguna manera, le di salida mediante el arte. De ahí su nombre.
Se trata, en concreto, de una fase que arranca en la época artística de nombre ‘Metamorfosis’, paralelamente, pero lo que se plasma no es el sentimiento del momento, porque intento que mi obra sea muy pensada, trabajada y profunda.
No obstante, este es un período en que las cosas fueron de distinta manera de lo que hubiera querido y fueron dejando una huella dentro de mí. Es ese poso el que estaba latente y no es exactamente el exterior lo que se refleja en la obra, sino que es el interior que quería salir fuera, liberarse.
Por tanto, fue pasar por una noche oscura en el que no hay luz, no ves nada, pero lo que estás creando está aflorando lo que sientes dentro de ti. Eres consciente de lo que están haciendo, porque es lo que te sale, pero no eres consciente del alcance que puede tener el resultado de ver toda la obra junta; ves que coge otra dimensión distinta, pero cuando estás trabajando cada cuadro, estás expresándote; luego ves el resultado. Cuando pasas a otra época, entonces es cuando puedes ver el resultado de lo que has hecho, pero no cuando estás inmersa en ella. Así surgió esta dura fase artística.
Fue un periodo duro para mí, que arranca alrededor del año 1997 hasta casi 2010: surgió esta obra que daba término a la anterior, aunque yo no acostumbro a realizar cortes directos, sino que la obra va brotando en continuación de la anterior, sin romper, ondulante, en evolución. Fue, concretamente, una época melancólica e introspectiva, que es como si investigara dentro de mí, aunque siempre he tenido esa obsesión de analizar lo que me sucede.
Esta es, pues, la obra que surgió: una obra oscura, en negro y blanco, pero al mismo tiempo voy experimentando e indagando, por lo que van saliendo cosas distintas a lo que había hecho: empiezo a meter collage, esculturas de madera, telas, tules, y trabajar con fondos de polvos de mármol en combinación con los lisos, uso la geometría a la vez que la figura humana, mezcla de materiales en unas obras que están llenas de mensaje, como la esperanza, la memoria, el gesto…
En esta época sigo también mucho con la geometría, aunque las perspectivas no son tan profundas como en anteriores fases; están más encerradas en mí misma, pero ahí se encuentra su estructura; porque para mí en la vida la geometría tiene una importancia terrible: creo que todo se mueve dentro de ella, como es el espacio, el cosmos, las estrellas, el sol, la luna…
Para mí la geometría es la distancia, la lejanía, las perspectivas que hago siempre es en búsqueda de lo que hay más allá de lo visible, como querer alcanzar lo invisible.
Otra de las diferencias es que empiezo a introducir textos, que eso le da mucha fuerza. De hecho, ahora me estoy dando cuenta que los textos que escribí en los cuadros no eran tampoco textos, sino que eran frases que están ahora muy en consonancia. No en vano, muchos de los títulos tiene gran vigencia en el día de hoy: ‘Ángel viajero’, ‘Entre dos caminos’, ‘Las oscuras demandas’, ‘Nuevas fronteras’, ‘Nueva niebla’… Es lo que más me sorprende, ya que me suelen decir que me adelanto al tiempo y me doy cuenta, cuando leo estas cosas, que lo que estamos viviendo ahora están reflejadas en todo ello.
Otra característica de esta fase es que la obra está sobre tabla; eso también cambió mucho para poder usar los distintos materiales que soporten mejor que un lienzo: experimenté con estructuras de madera y cristales que están como materiales que estoy utilizando.
Un periodo, en definitiva, con un resultado totalmente distinto de lo que estaba haciendo, del color que usaba siempre. Una obra muy investigativa tanto por los materiales como por los temas. En dicha fase brotaron una serie de cuadros que, la verdad, estaba yo misma sorprendida, porque realizaba historias, sucesos o pasajes de lo que vivía, donde siempre está la figura humana y cortada, es como una figura humana ‘doliente’, como queriendo salir, al igual que la mariposa.
Voy contando historias, hago mucho collage, monto escenarios, los recreo en su ambientación. Doy mucha importancia a la expresión de manos, pies. Son escenas que yo misma no sé qué son, porque, tal y como me pasa siempre, después de hacer suele llegar la reflexión. De hecho, actualmente me quedo sorprendida de todo lo que hice y del período fructífero que fue, porque son unas obras muy distintas.
Ahora me doy cuenta de que la obra puede estar vigente; los cuadros, con el tiempo, incluso cogen más fuerza. Ahí es cuando se ve si la obra se devalúa o se evalúa. Para mí eso es muy importante. Y cuando veo también que a la gente le sigue gustando esta época, te hace ver qué puede estar en el tiempo de esa persona, lo que está padeciendo.
La verdad, me siento muy integrada con la obra, porque son cosas personales: para poder salir, hay que profundizar, tocar fondo, si no, no puedes. Y ahora sí que veo que hay un punto de querer salir; cuando llegas a lo más profundo, es como que al final del túnel está la luz.
Por tanto, esta fase es la esperanza de que ya has tocado fondo, empiezas a salir y siempre hay una chispa que te ilumina por el camino en el que transitas.