Metamorfosis. Una fase figurativa de evolución interna

La época del realismo mágico deja paso, poco a poco, a otra fase que es una evolución de la misma: la Metamorfosis. Poco a poco empiezo a introducir más la figuración, es decir, figuras en movimiento. Se trata, en concreto, de un movimiento estático el que se puede aportar con dicha imagen, una imagen que está físicamente, pero es como si se paralizase el proceso, aunque dicho proceso por dentro está en movimiento.

Los paisajes comienzan entonces a fusionarse con imágenes humanas, como la propia metamorfosis de la oruga, que lleva un proceso de evolución hasta convertirse en mariposa mediante una transformación interna.

 

Por tanto, la época de la ‘Metamorfosis’ se trata, concretamente, de un proceso interno que encarna la persona, donde en un momento concreto explota y ya nace transfigurada en otra cosa. Una época que se podría acotar desde 1998 hasta 2005, aunque son obras trabajadas a lo largo de mucho tiempo.

Una evolución que no ha sido en absoluto intencionada, preparada, ni reflexionada, ya que desconozco los caminos que tomo al emprender una nueva obra; no sé por qué derroteros voy o por qué tomo las decisiones que tomo. Esto es, cuando voy creando desconozco el porqué, pero llega un momento, al elaborar bastante obra, en el que por dentro he debido de profundizar y, de golpe, sale la forma y el significado, la etapa y los mensajes, por el tiempo que ha llevado la creación de todas ellas.

No en vano, mi creación es por intuición, un proceso a mi modo de ver interesante, ya que no investigo ni leo acerca de una corriente, forma o estilo, sino que arranco a crear desde la intuición para luego, a la postre, poder conseguir describir o darme cuenta del camino trazado.

Tal y como le dije al artista Jorge Oteiza, “no tengo memoria”, ya que cuando me hablaba de arte, eso es lo que le respondía. “¿Cómo que no tienes memoria?”, me acataba. Después, en casa, zambullida en mis reflexiones  pensamientos, llegué a una conclusión que se la trasladé la siguiente vez que estuvimos: “Jorge, ya sé por qué no tengo memoria. Tú dejaste de esculpir, porque no querías repetirte y tienes una buena memoria. Sin embargo, yo no tengo memoria y no me puedo repetir”. Ahí radica mi forma de creación.

Así las cosas, tiempo después de elaborar bastante obra, es cuando con perspectiva veo que otros han pensado lo mismo que yo, observo que mi mirada la han mirado antes, lo cual me ratifica y reafirma en el camino.

Ahora, con la sabiduría que aporta el tiempo, veo que la época de la Metamorfosis dibuja muy bien una fase personal mía, en la cual mediante el arte escapaba de mi vida diaria a la hora de crear y viajaba a otros lugares, a otros paisajes, a otras personas y a otras formas mientras yo misma me metamorfoseaba en una evolución interna que se plasmó externamente en mi arte de dicha época.